sábado, 14 de marzo de 2009

Excompañeros.

Viéndome, como primera imagen visual, sentado en la barra de aquel bar, me motiva a recordar las veces que acabo en cualquier lugar con un trago en la mano; despreciando la manera, seguro esta era una de esas noches.

La fiesta no iba mal, lo único incordioso era la molestia del lugar. No estaba para nada acostumbrado, sin menospreciar, a sucuchos tan bajos como este, y teniendo en cuenta a las ratoneras en las que me he metido; pero bueno… ¿Cómo decirle que no a un viejo compañero de clase que hace añares que no veía? La maravilla de las extrañas suertes hizo que esa noche me cruzara a varios con los cuales compartí estudios en el pasado, y que, dirigiéndose ellos a una despedida de solteros, me invitaran casualmente al festejo. Accedí como victima del azar.

Retomando la primera imagen es como arranca esta historia.

Creo reconocer a otra compañera dentro del lugar, no había venido con nosotros, ya estaba dentro cuando llegamos, es más, diría que hasta trabajaba allí.

De seguro me adelante a todos mis excompañeros en reconocerla y saludarla. Me reconoció al instante, pues hace tiempo hubo una pequeña… no lo podría llamar “historia”, pero algo sucedió entre ambos unos días antes de mi mudanza; pero esto es harina de otro costal, la cuestión es que ahí estábamos de nuevo los dos.

Hicimos un resumen de las trivialidades y situaciones de la vida de cada uno en meros segundos, para cuando quise volver a pestañar ya se me había escapado un beso fugaz.

Recordé por arte de magia haber dejado mi abrigo en una de las mesas del bar y que a la barra solo iba a buscar algo de alcohol, pero me encontré con mucho más que eso y me distraje completamente; le dije que me esperase unos segundos, y aunque seguramente mi abrigo ya tenia otro poseedor tal vez aún podía evitarlo. En el trayecto me crucé con una bandada de compañeros enfiestados, de la cual pude salir a los topetazos y, al mismo tiempo, avistando entre cuerpos, milagrosamente mi no muy feliz abrigo sobre la silla, feliz fui yo al saber que no tendría que volver a hacer el trámite de los documentos.

Sin detenerme más en todo el enredado de llegar a mi abandonada mesa y volver a la barra, encuadro mi asiento; pero algo faltaba, ella había desaparecido.

Por más que la busque, no la pude encontrar de nuevo, parecía como si se hubiera esfumado del lugar por completo. Me la pase fumando y tomando, tomando y fumando, pensando en el encuentro con ella, hasta que el alcohol hizo de lo suyo y se me vino a la mente una gran idea:

Si ella trabajaba de acompañante aquí pagaría para estar con ella, obviamente no la obligaría a ejercer su trabajo, solamente quería hablar de los viejos tiempos. Fui a hablar con el dueño y pregunte por ella, efectivamente trabajaba allí, así que arregle un turno en el momento y de repente me vi en una habitación con ella, ahí la tenia, la había vuelto a encontrar, y no falto mucho para que diga que me amaba y que nunca dejo de hacerlo.

Esa misma noche abandonamos nuestras vidas, nos fugamos para siempre. y nunca más volví a ver de nuevo a mis excompañeros.



Sálvame Dios de la crítica de Rayuela (jajajaja).



Sí, se intenta la intertextualidad, o como sea :P.

domingo, 8 de marzo de 2009

a mi

si las costumbres del hombre desalinean mi razon
significa que yazgo enfermo de temeridad
pues un alma cautiva de rutina
no es un alma en si
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