Tal vez medio desconcertado hoy, mirando las luces de aquel balcón desconocido, no preste atención a que pasabas a mi lado y te llevabas mi corazón. No tuve tiempo, fue una escena arrebatada, cuando volví la mirada al horizonte eras un punto paseando mis sentimientos, y sentí como una lobotomía penetraba por mi oído para dejar solamente tu imagen. Imagen que perduraría semanas, hasta en mi descanso más profundo, hasta en las paredes de mi casa.
Por fin entendí lo que es buscar algo con desespero, desgarrando mis ganas por conseguirlo; y tragando mis penas por saber que no lo conseguiría. Era obvio, nunca mas te vería, y jamás recuperaría mi corazón, que triste el contigo se quedó.
Y mi vida seguía, continua; imparable, seguía como a cualquiera que le falte una parte del cuerpo y vague sin sentido desangrándose.
Tal vez un año, tal vez dos, una fuerza superior hizo de lo suyo y de mis antiguos lamentos se acordó; e imantadamente juntos nos colocó. Irónico supongo, o alguien realmente gozaba con mi dolor. Ahí estabas, con una sonrisa exacta en tu cara y entre tus manos mi corazón. Paulatinamente creía que mis ojos mentían al verte, al estar conmigo, al quererte, y yo disfrutaba cada segundo de amor.
De aquí en mas fue todo lo mejor, un terrible paisaje se pinto en su esplendor a nuestro alrededor para que estemos solo los dos. Y cada día siguiente se resume a felicidad.
A falsa felicidad, no me equivocaba; mis ojos si mentían, solo una ilusión alegraba mi vida.
Son extraños los efectos de las pastillas, y como uno pierde el sentido del tiempo tan bruscamente. Esa misma noche tome un frasco de etiqueta amarilla y me atragante con lo que poseía, para morir boca arriba en alguno de los rincones que mí vista alcanzo a encuadrar.
Y…